Cuando el cuerpo habla: una mirada psicoanalítica a la psicosomática

Hay momentos en los que el cuerpo toma la palabra. No lo hace con frases, sino con síntomas: una gastritis que vuelve sin causa aparente, un dolor de cabeza que aparece justo antes de una decisión importante, una crisis respiratoria en medio de un duelo no expresado.
Desde el psicoanálisis, estos fenómenos se comprenden como manifestaciones del inconsciente a través del cuerpo, una forma en que lo no dicho, lo no simbolizado, encuentra su vía de expresión.
El cuerpo como escenario de lo psíquico
Freud fue el primero en mostrar que el síntoma físico puede tener un sentido inconsciente. En los inicios del psicoanálisis, los casos de histeria mostraban cómo el cuerpo podía representar algo que la palabra no alcanzaba a decir. Con el tiempo, la clínica psicosomática fue desarrollando una comprensión más compleja: hay síntomas que no “hablan” como los histéricos, sino que descargan una tensión imposible de simbolizar.
En estos casos, el cuerpo se convierte en el lugar donde se inscribe aquello que no ha podido tramitarse psíquicamente. Como si el psiquismo dijera: “no puedo con esto, entonces lo entrego al cuerpo para que lo sostenga”.
El lenguaje que se perdió: el papel del pensamiento y el afecto
Autores como Pierre Marty, Michel de M’Uzan y Joyce McDougall profundizaron en esta línea. Ellos observaron que, en los pacientes con enfermedades psicosomáticas, suele haber una dificultad para poner en palabras las emociones. A esto lo llamaron pensamiento operatorio: un modo de funcionamiento psíquico en el que el sujeto actúa o somatiza en lugar de representar.
Cuando la palabra no alcanza, el cuerpo se convierte en su sustituto. Pero el cuerpo no miente: traduce en forma de síntomas lo que no puede decirse. En ese sentido, la enfermedad no es un enemigo, sino un mensaje que pide ser escuchado.
De la enfermedad al sentido
El trabajo analítico no busca “curar” el síntoma de inmediato, sino abrir un espacio para que el sujeto pueda escucharse. A veces, cuando se le da un lugar simbólico a lo que el cuerpo está expresando, el síntoma puede modificarse o incluso desaparecer. Pero más allá de eso, el proceso analítico permite reconstruir un vínculo más amoroso con el propio cuerpo, entendiendo que no está en contra de nosotros, sino que intenta protegernos de algo que no logramos nombrar.
El cuerpo como puente
Desde Puentes del Ser, entendemos que el cuerpo no es sólo una estructura biológica, sino un puente entre el mundo interno y el externo, entre la historia emocional y la experiencia actual.
Escuchar al cuerpo con respeto y curiosidad puede transformarse en un camino de autoconocimiento. No se trata de buscar culpables ni de negar el tratamiento médico, sino de integrar la dimensión simbólica de lo que nos pasa.
La psicosomática, en este sentido, nos invita a hacer un movimiento de reconciliación: escuchar el cuerpo para reencontrarnos con nuestra verdad emocional.
Un cierre que abre
Cada síntoma tiene una historia. A veces está escrita en silencios, en pérdidas, en duelos no elaborados, en exigencias que no se pudieron cuestionar. La invitación es a escuchar sin juzgar, a dejar que el cuerpo deje de cargar con aquello que la palabra puede empezar a decir.
Como decía McDougall (1989): “El cuerpo enferma cuando el alma no encuentra palabras para su dolor”.
Y tal vez, el trabajo terapéutico sea justamente eso: ayudar al alma a hablar, para que el cuerpo pueda descansar

